domingo, 1 de enero de 2017

"LA ALONDRA"

Un día, ya para llegar el otoño, llego volando y se posó en mi ventana una ave, de feo aspecto, nada en ella había que pudiera llamar mi atención, añadido a su fealdad su cuerpo maltrecho se notaba herido.
Sentí una inmensa ternura nacer dentro de mí y la llame; la acaricie y ella sumisa y mansa empezó a entonar un hermosa melodía aunque llena de tristeza, era como si por medio de esa melodía tratara de decirme lo que le acontecía.
Al escuchar su canto le pregunté: ¿quién eres? ¿De dónde vienes? Y me respondió – soy una alondra, (debo aquí confesar que dado mi escaso conocimiento, no hubiese podido diferenciar una alondra de cualquier otro tipo de aves), -y he volado desde el mundo de las aves, buscando un refugio donde poder descansar. - Me quede extasiada contemplándola mientras seguía escuchando su hermoso canto.
La pobre alondra cayo de pronto exhausta y al observarla con más atención pude ver que llevaba una de sus alas rotas y desplumada, pude imaginar, el inmenso dolor que sufría, un dolor tan intenso que apenas podía contenerlo en su mutilado cuerpecito.
Con delicadeza, la tomé entre mis manos, era tan frágil y delicada que apenas cabía dentro de una de mis manos, lave sus heridas y vende su ala rota, y la deje sobre un mullido cojín para que reposara y vi de pronto en el fondo de sus hermosos ojos negros, dos lágrimas suspendidas y una mirada profunda cargada de agradecimiento.
“Hermosa, alondra” –le dije; ¿quién se ha atrevido a lastimarte? ¿quién se ha atrevido a tocar tu frágil cuerpo? Ella como en un murmullo me respondió: -“quién haya sido poco importa, ya que cada pedrada lanzada contra mi débil cuerpo, cada golpe que yo he recibido, me ha dejado una enseñanza y no temo seguir sufriendo, porque en cada ventana en que me he posado herida, he recibido alivio, consuelo, ternura y amor, he conocido las bondades del ser humano y recibido más de lo que he dado”.
“Feo es mi aspecto, mi cuerpo demasiado frágil, pero con cada golpe mi espíritu se ha hecho fuerte y yo aún puedo seguir cantando mi hermosa melodía, que es lo único que tengo que ofrecer como pago a quienes me ayudan, aún puedo cantarle a la esperanza, aún puedo elevar mi voz y hacer que brote de mi pecho ese canto sonoro y armonioso que llegará hasta el creador de todas las cosas, para agradecerle por cada día que voy viviendo, por cada amigo que me ha curado y vendado mis heridas, por la facultad de volar con las alas de mi imaginación hasta llegar a alcanzar mi libertad… mi libertad”.
Mucho tiempo ha pasado desde aquel encuentro, llega el otoño y veo emigrar las aves que van en busca de un lugar más cálido, para pasar el invierno, muchas melodía de diferentes aves escucho, más ninguna suena tan bello como la de mi amiga la alondra, y cada día abro mi ventana esperando encontrarla allí, para que ahora ella venga a sanar mis heridas y luego cuando encontremos reposo entonar juntas la maravillosa melodía del amor.
Con cariño a mi amiga... Alondra, porque me ha dado más de lo que yo esperaba.

Alondra (Lidia Guerra)


"Yo sé que hay otros mundos donde cantar"

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