lunes, 29 de agosto de 2016

La cueva de Caco (Leyenda de Aragón)

En Aragón se cuenta una leyenda interesante en torno a Caco. La recogí de la red y paso a resumirla:
Cerca de Tarazona hay una cueva real, en la que se dice que Caco vivía y escondía todo lo que robaba. Como quiera que en Tarazona vivían dos formidables gigantones, Hércules y Pierres, sintieron curiosidad por conocer a Caco y acudieron a su cueva. Antes de llegar, encontraron a una mujerona que estaba arando y le preguntaron por la cueva. La mujer, que era hermana de Caco, levantando en el aire arado y bueyes, señaló con ellos la dirección de la cueva.

Caco los recibió cordialmente y después de haberse bebido una enorme tinaja de vino como cordial rito hospitalario, los invitó a cazar en el Moncayo. Los tres rivalizaban por ser el más diestro y más forzudo. Caco agarró  un león que les salió al paso y lo desgarró en dos. Peierres no quiso ser menos y agarrando una vaca que pastaba tranquilamente, se la echó al hombro como si nada. Así que Hércules, viéndose en la necesidad de hacer su demostración, agarro un árbol gigante, lo arrancó de cuajo y lo tomó de bastón. Los habitantes de Tarazona, admirados, vieron que, en el pueblo, entraban de esta guisa estos personajes tan singulares.

Félix

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lunes, 22 de agosto de 2016

Las Normas

Son un trío de diosas escandinavas que creaban el destino de los hombres.
Los nórdicos creían que vivían en un palacio bajo Iggdrasil, el árbol del mundo, cuyas raíces regaban para que estuviera sano.
Tejían un gran tapiz que nunca se acababa, porque Skuld siempre lo rompía y tenían que rehacerlo de nuevo.

Las razas de la Normas eran unos seres sobrenaturales que descendían de los dioses, los elfos y los enanos que visitaban a los recién nacidos para decidir el curso de su vida

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lunes, 15 de agosto de 2016


Coquena 

En las inmensas soledades de la puna, los ganados están protegidos. Un enanito misterioso, un duendecillo, que todo lo ve, es quien defiende sus vidas de las crueldades humanas. Nadie ha visto a Coquena. Es fama que tiene cara de cholo y viste casaca y pantalón de vicuña. Lleva también diminutas ojotas y ancho sombrero de suave pelo. Desde las alturas contempla sus bestias sin ser visto. Sólo se ha escuchado su silbido, que es mágico llamado. Pero es tal la seguridad de su presencia que todos le temen. Por eso no matan vicuñas ni llamas para utilizar su pelo.
 Prefieren cortar suavemente el vellón. Tampoco maltratan a las arrias cuando cargadas de sal, bajan de los cerros. Se cuentan historias, en que justiciero, Coquena ha quitado las llamas a quien no sabía valorar ese don; y como ha premiado a los buenos pastores que, en tormentas de nieve, cuando el viento blanco amenazaba cubrirlo todo, salvan con peligro de su vida su hato de cabras en plena borrasca. Y está su persona tan ligada a los hechos que ocurren por estas regiones, que, en Salta, cuando aparece un forastero, para adquirir provisiones, tocándose con el codo, murmuran: "Es coquena".


Juan Carlos Dávalos

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martes, 9 de agosto de 2016

SIBILAS

Eran sacerdotisas que poseían el don de la profecía. Podían ser mortales o hijas de mortales o ninfas, y normalmente llegaban a vivir muchos años.
Dos de las más famosas eran la sibila de Eritrea, cuyos padres dedicaron a Apolo y vivió tantos años como nueve hombres, y la sibila de Cumas, que tuvo que pasar una vejez larga y agónica después de que Apolo la maldijera.

El dios le había prometido la eterna juventud a cambio de su virginidad pero como ella no aceptó, sufrió la maldición de Apolo. Cada vez se iba volviendo más menuda y seca hasta que terminó pareciendo una cigarra y la encerraron como a un pájaro en una jaula. Le preguntaban: “Sibila, ¿qué quieres?” y contestaba: “Quiero  morir”.



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martes, 2 de agosto de 2016

El Carrao

Carrao es el nombre de un pájaro de color marrón con manchas blancas en el cuello, de canto fuerte y claro, que habita la sabana y la planicie sudamericana. La leyenda cuenta la historia de dos amigos en las llanuras colombianas y que paso a resumir:
Corrao y Mayalito eran, en efecto dos amigos sabaneros fidelísimos e inseparables, distintos en  carácter y costumbres. Mientras el primero era un hombre extrovertido y jaranero, amigo del peligro y amante de la vida nocturna, Mayalito era hombre tranquilo y juicioso, valiente pero prudente. Carrao gustaba de salir por las noches de parranda, montado en su caballo y, desoyendo los consejos de su amigo, solía volver de madrugada.
Aquella noche, aun cuando se había desatado una formidable tormenta, Carrao montó su caballo y salió a galope, adentrándose en la oscuridad, como ya había hecho en otras noches tormentosas. Pero Carrao, esta noche, no volvió.
Angustiado por la desaparición de su amigo, Mayalito salió todas las noches a buscarle, temiéndose lo peor. Fuera noche estrellada o tormentosa, Mayalito buscó a su amigo por todas partes, gritando su nombre con desespero: “¡Carraooo, Carraooo!”

Durante muchas noches salió Mayalito en busca de su amigo, hasta que una noche tampoco Mayalito volvió a su casa. Desde esa noche, un pájaro canta emitiendo un sonido parecido: “Carraooo, Carraooo”. Ese pájaro, a quien los llaneros llaman “El Carrao”, es Mayalito que sigue buscando a su amigo.

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