viernes, 4 de abril de 2014

La azucena del Bosque

 (Leyenda guaraní)

La azucena es una flor que puede ser de distintos colores. Esta leyenda, que trataré de resumir, explica el origen de la azucena blanca.
Tupá era el nombre del Dios que creó los primeros dos hombres, moldeándolos con tierra amasada: Morotí, que era de color blanco y Pitá, que era de color rojizo. Al ver que estos hombres necesitaban esposa, mando Tupá a su ayudante I-Yará que moldease dos mujeres.
Felices las dos parejas, empezaron a vivir en un lugar hermosísimo de la tierra, alimentándose de la abundancia de sus frutos y teniendo muchos hijos que fueron aumentando aquella primera población. Juntos descubrieron el fuego de manera casual, al chocar dos piedras entre sí y observar que saltaban unas chispas de luz nunca vistas. Juntos aprendieron a cocinar y a cazar animales para comer, ingeniando las armas que facilitaran la tarea. Así descubrieron la lanza, el arco y la flecha.
Todo era felicidad y armonía entre aquellas dos familias y sus numerosas descendencias, hasta que de una manera impensada surgió la rivalidad en las destrezas y la envidia; y todo se torció. Los dos hermanos discutieron acaloradamente por primera vez, pasando al rencor, al odio y a la separación.
Maroti cogió a su familia y se marchó al otro lado del bosque. Ninguna de las dos tribus quería saber la una de la otra, pero esto enojó a Tupá y quiso castigarlos. Durante tres días con sus noches desencadenó sobre ellos una tormenta horrible que les llenó de espanto. El tercer día amaneció soleado y vieron descender de un árbol a un enano de barba blanca que se dirigía a ellos. Era I-Yará, el ayudante de Tupá, que venía en nombre del Dios para recriminarles duramente su conducta y hacerles un llamamiento a la reconciliación. I-Yará les habló con tal elocuencia, que los hermanos se avergonzaron de sí mismos y, compungidos, se abrazaron largamente.
Y aquí llegó el prodigio: todos los presentes pudieron observar como los hermanos unidos se iban convirtiendo en un tallo, símbolo de la paz, que pasaba a ser una planta cuajada de azucenas moradas, que poco a poco iban perdiendo su color hasta pasar a ser completamente blancas, como hoy las conocemos.


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